Historias del Bordemar: Rescate Narrativo y Visual de Puerto Montt
La costa de Puerto Montt y el primer tramo de la Carretera Austral esconden historias y creencias que conforman la esencia de la vida en esta zona del sur de Chile. Este contenido se basa en el documento “Historias del Bordemar”, un trabajo realizado por la comunidad en colaboración con la Universidad San Sebastián y la Municipalidad de Puerto Montt, con el fin de rescatar las vivencias, tradiciones y patrimonio cultural del borde costero, que abarca desde Cohuín hasta Caleta La Arena.
1. El Desembarque: Llegada de los Primeros Colonos
El primer capítulo de estas historias relata la llegada de los colonos hace más de 150 años, provenientes principalmente de Chiloé y otras islas cercanas. Estos pioneros arribaron en lanchas, carretas, caballos y a pie, trayendo consigo no solo herramientas y artes de pesca, sino también sus creencias, costumbres y un profundo conocimiento del entorno natural. Según los testimonios recogidos, los colonos llegaron con la intención de habitar una tierra que en su momento era inhóspita, enfrentando una naturaleza bravía que requería esfuerzo, creatividad y cooperación para ser domada.
En los relatos se menciona cómo los primeros habitantes establecieron sus comunidades y trabajaron la tierra, enfrentando un entorno agreste. La “minga”, una tradición de trabajo comunitario traída desde Chiloé, fue fundamental para la construcción de casas y la preparación de la tierra para la agricultura. Así, la vida en el borde costero se moldeó a través de redes comunitarias, trabajo colaborativo y una profunda relación con la naturaleza circundante.
2. La Lucha por Sobrevivir: Testimonios de Esfuerzo y Entrega
La vida en el borde costero era un constante desafío. Los lugareños sobrevivían gracias a la agricultura, la pesca, la tala del alerce y el autocultivo. Relatos de lugareños como José María Soto y Luis Chávez cuentan cómo la explotación del alerce y la producción de tejuelas a gran escala se convirtieron en la base económica de muchas familias. El trabajo en los bosques era arduo y exigía internarse durante meses en la cordillera para cortar los árboles con herramientas simples y a pura fuerza.
Además, la vida estaba marcada por el aislamiento, ya que la región era un área de difícil acceso. La movilidad se realizaba principalmente a pie, a caballo o en lanchas, enfrentando largas y peligrosas travesías. En los meses de verano, las lanchas venían desde islas como Lenca, Chaicas, Calbuco y Maillén, cargando mercancías y recogiendo tejuelas de alerce para su venta en Puerto Montt. La comunidad del borde costero dependía de la autosuficiencia y la colaboración mutua, lo que cimentó un fuerte sentido de pertenencia y resistencia.
3. Vida y Comunidad en la Comarca
La vida comunitaria en la comarca se centraba en el trabajo y las tradiciones. Cada habitante tenía un papel, ya sea como carpintero, herrero, agricultor o pescador, y su talento era reconocido por toda la comunidad. La artesanía y los oficios, como la herrería y la construcción de herramientas, eran esenciales para el desarrollo económico y la subsistencia de las familias.
Las festividades y celebraciones, como las mingas, eran momentos de reunión donde la música, la danza y la comida compartida fortalecían los lazos comunitarios. Las mingas de cordero, los bailes con guitarras y acordeones, y la chicha recién hecha son recuerdos que aún persisten en la memoria de los lugareños. En este contexto, las fiestas religiosas y los juegos populares, como el fútbol rural, también tuvieron un papel destacado, convirtiéndose en espacios de encuentro y de expresión cultural.
4. Fe, Religiosidad y El Influjo Mágico de Chiloé
La fe y las creencias populares ocuparon un lugar fundamental en la vida del borde costero. La construcción de iglesias y capillas fue una de las primeras tareas que emprendieron los colonos al llegar, pues buscaban el beneplácito divino en un entorno hostil e incierto. Estas iglesias rústicas, levantadas con la ayuda de carpinteros chilotes, se convirtieron en el principal centro de reunión para las familias y vecinos.
El libro también rescata la influencia mágica de Chiloé, un elemento que añade un matiz místico a la vida en el bordemar. Las leyendas sobre brujos y apariciones misteriosas forman parte de las historias transmitidas de generación en generación. Cuentos de luces que bailan en la noche, enormes perros plomo que aparecen en las cocinas y caballos brillantes que galopan por las playas son relatos que los antiguos algueros y habitantes recuerdan como parte de la memoria colectiva.
5. Rescate del Patrimonio Inmaterial
Esta recopilación de historias, testimonios y creencias refleja la lucha constante de los habitantes por adaptarse a un entorno difícil, su relación con la naturaleza y su fortaleza para construir comunidad. Los relatos recogidos dan fe del rico patrimonio inmaterial del borde costero de Puerto Montt y el primer tramo de la Carretera Austral, invitándonos a valorar y preservar estas historias que forman parte del legado cultural de la región.
Las entrevistas y narrativas presentadas en “Historias del Bordemar” muestran cómo la vida cotidiana, los oficios, la fe y las tradiciones se han entrelazado para dar forma a una cultura única. Esta obra es un testimonio de la memoria viva de Puerto Montt y sus alrededores, una herencia que conecta a las nuevas generaciones con las raíces y las historias que dieron vida a la región.